miércoles, 4 de noviembre de 2009

Juancho, un guerrillero en la soledad

Con la autorización de mi amigo Ricardo, les dejo este relato de un guerrillero que perdió todo por darnos esta libertad de expresión.
A continuación, les dejo el relato.
El día domingo 01 de noviembre del 2009, me toco hacer un viaje de ir a dejar a unos señor@s adulto mayor a Chalatenango, a uno de los Municipios más golpeados por el conflicto armado que se vivió en El Salvador…
En vista de llegar como a las 7:15 p.m. al pueblo y de haber caído una buena tormenta, tome la decisión de quedarme en el lugar y partir al día siguiente (2 de nov. Día de los difuntos)
Como a las 6:45 a.m. iba saliendo del pueblo y a la salida un señor de apariencia humilde de aproximadamente unos 48 a 50 años me dijo que si le daba ray a Chalatenango, le dije que sí.
Vestía una camisa manga larga blanca, un pantalón negro, cincho tipo vaquero, unos zapatos negros y su típico sombrero que se usa por los paisanos de estos lugares…
Empezamos a platicar sobre la situación de guerra que se vivió por ese lugar…
Contándome muchas historias que pasaron, pero hubo una en particular que me impresiono y que no quiero olvidar por esa razón la escribo para que también ustedes tenga la oportunidad de darse cuenta de algo que probablemente quedaría en el olvido, en el recuerdo de Juancho (Nombre ficticio) que por la guerra le toco vivir…
Sin más preámbulos empezamos:
Fíjese usted que para esa época yo me conseguí una muchacha bien bonita, a ella se le había muerto el papá a consecuencia del guaro, solo vivía con su mamá y yo se la quite.
Fue algo del destino, porque yo andaba paseando por el pueblo vecino y cuando la vi tan bonita empecé a hablar con ella y así fue como me la lleve para la casa.
Pero ya por ese tiempo, la cosa estaba poniéndose jodida, yo a escondidas de ella salía en las noches, porque ya me reunía con unos compas que nos daban adiestramiento, para prepararnos para defender al pueblo de los cabros esos del ejército, que venían arrasando con todo, efectuando matanzas de tanta gente inocente que no tenía nada que ver con la guerra y le digo esto porque a mí me mataron a 21 miembros de mi familia incluyendo a mi mamá, mi papá y dos hermanitos de 10 y 8 años…
Por eso tome la decisión de meterme a la lucha para tratar de que no sigan matando a tanta gente inocente.
Cuando llegaba a la casa antes de que empezara a amanecer ella me preguntaba:
- Y usted de donde viene Juancho todo montiado trae la ropa, como si de por gusto se ha revolcado en los charrales…
- Es que nos fuimos a cuzuquiar y los babosos se nos perdieron en el montarascal…
Yo siempre le metía una mentira porque nos habían dicho que no dijéramos nada a nadie…
Una vez fuimos hacer un adiestramiento algo retirado del pueblo y cuando llegamos de regreso al pueblo ya empezaba a querer amanecer y como por aquí todos madrugan, algunas personas me habrán visto, porque a los días ya andaban mi nombre los cuilios (soldados)...
Entonces yo le dije a ella que se fuera para donde su mamá, porque allí corríamos peligro de que nos mataran a los dos.
Ella se fue con su mama y yo Salí para el monte, aunque por lo menos unas dos veces por semana llegaba donde ella por las noches y siempre con el cuidado de que no me vieran…
A veces me decía que los cuilios habían llegado a ser cateo y a preguntar por mí, pero tanto ella y la mamá les decía que no sabían nada de donde pudiera estar.
Por esos días la comandancia nos aviso que venía un fuerte operativo y que teníamos que hacerle frente a lo que nos esperaba.
Esa noche fui donde ella y le dije que el enemigo venia con ganas de jodernos y que no se preocupara que cuando el operativo pasara yo volvería a buscarla.
- Y cuanto tiempo va a ser eso Juancho
- Yo creo que lo mucho unos ocho días…
- Juancho y yo quería decirle que fui a pasar consulta por el atraso y estoy embarazada…
- Usted no se preocupe que ese niño va a ser muy lindo como usted y yo volveré para verlo crecer…
- Tengo miedo de que algo le pueda pasar a usted.
- No se preocupe por mí, que yo voy a estar bien, cuídese mucho, hay me despide de su mama y ay va a ver que primero Dios esto pasara pronto, ahora tengo que irme porque ya los cabros se acercan…

Yo sabía bien, que no eran ocho días, fíjese usted que esos ocho días se volvieron casi once años…
- Usted Juancho ¿En todo ese tiempo no supo nada de ella?
- Como no, me di cuenta que como a los cuatro meses después que yo me despedí, también le toco salir del pueblo donde vivía con su mama y ya de allí no supe nada ni de ellas ni del niño o la niña…
- Que yuca lo que me está contando…
- Pero todavía falta…
En este momento el hizo una pausa y suspiro, como tratando de retomar el aliento para continuar con su historia, su vos se oía quebrantada y en sus ojos le alcance a ver con disimulo una que otra lagrima que le salían…
Pues fíjese continuo, que la guerra fue terrible para nosotros que no debíamos nada, yo sembraba en el campo con mi papá, la verdad nunca me imagine que me iba hacer defensor del pueblo, de mis vecinos, ya que no es fácil perder a toda la familia y ver a tanta gente muerta en los montes y las veredas, como si son animales, algunos que los lográbamos enterar y otros que los zopes se los hartaban, porque los cabros ni chance de enterar nos dejaban, ellos quedaban en los lugares de matanza hasta los cinco o siete días, esperando ver si llegaban por los cadáveres, para poder matar a los que llegaran…
Si, ellos eran salvajes y de paso mataba todo lo que nos podíamos comer: vacas, caballos, gallinas, envenenaban los pozos de agua, cortaban todos los árboles frutales y hasta los que no era, ellos los volaban, ósea que dejaba todos destruido, el pueblo parecía un pueblo fantasma…
Realmente esos once años fueron un infierno en el monte, luchando contra el enemigo que tenia las mejores de armas y nosotros con armas caseras, ellos con aviones y helicópteros y nosotros con cuevas para protegernos de los bombazos que nos tiraban, pero en fin, Dios quiera que esto no vuelva a pasar, que todo cambie para el bien de todos…
Pues ya al final de toda esta guerra donde el ejército se dio cuenta que no era fácil vencer a los que defendíamos al pueblo, empezaron los diálogos de paz, donde los comandantes se reunían con los del ejercito para buscar una salida pacífica, a este conflicto que ya había dejado huellas de luto y sufrimiento a miles de familias Salvadoreñas…
Ya firmados los acuerdos de paz, eso me dio la oportunidad de poder moverme para empezar a buscarla y gracias a un compa logre averiguar donde ella estaba, se había ido para Ilobasco y había puesto una venta de pupusa, es que ella aparte de ser bonita, era bien inteligente…
Así que rápido me fui donde el compa que tenía un compadre que vivía como a unas diez casas de donde ella tenía la pupuseria…
Ya mi compa había hablado con el compadre y le dijo que si podía en un momento hablar ella con migo en su casa y el compadre le dijo que sí.
Llegamos con mi compa como a las tres de la tarde a la casa del compadre, el nos dijo que ella empezaba a echar las pupusas como a las cinco y cerraba como a las nueve de la noche, por lo que estuvimos esperando, aunque para mí ese tiempo se hizo una eternidad…
No le puedo explicar lo que sentía, el corazón a veces me latía más rápido y me agarro un sudor helado…
Como a las siete me dijo el compa, vaya a comprar un par de pupusas y échese el rollo, tenga cuidado porque no se sabe, acuérdese que ha pasado mucho tiempo, yo estar por este otro lado posteándolo por cualquier cosa (postear es cuidar)
Mire usted llego donde ella, que estaba de espalda, palmeando la las pupusas y tirándolas a la plancha.
En el lugar ya habían unas personas que estaban comiendo y cuando entre al lugar le dije:
Buenas noches, me vende cuatro pupusas…
Cuando ella oyó mi vos, rápidamente me volteo a ver y se puso tan nerviosa, pero yo me lleve un dedo a la boca para decirle que se callara…
Me senté y ella pobrecita ya estaba toda nerviosa, en eso llego un niño a dejarle un guacal con masa, tenía más o menos la edad que podría tener mi niño, como unos diez años, el cipote se miraba bien bonito igual que ella…
Cuando llego a dejarme las pupusas se quedo un ratito parada en la mesa conmigo y me dijo:
- Juancho por Dios que alegría verlo, a mi me contaron que ya lo habían matado…
- No pues mire que gracias a Dios estoy vivito igual que usted
- Hay Juancho quiero hablar con usted
- Conoce donde el barbero que vive allá abajo
- Si conozco
- Pues allí la estaré esperándola
- Ya no hago masa para salir luego y allí llego.
Para todo esto mire usted, yo estaba quizás igual de nervioso que ella, ni levantarme podía para pagar la cuenta, se me cruzaban tantos pensamientos y al final nos sabía ni que hacer, mas cuando vi al cipote que también se parecía a uno de mis hermanitos que mataron esos cabros…
Pague la cuenta y salí como si nada…
Mi compa que estaba al otro lado de la calle, al verme salir me dijo que tal me había ido y yo le dije que la iba a esperar en la casa de su compadre…
Vaya compa que me alegro, entonces vámonos para que se tranquilice…
Otra vez esperando y cuando eran como las ocho y media ella llego, yo estaba en el patio de la casa donde había un banco y estaba solo, ya que mi compa estaba adentro de la casa con sus compadres…
Cuando la vi que venía, yo me pare y ella salió corriendo y me abrazo, empezamos a llorar y nos abrazábamos muy fuerte…
Fue increíble después de tantos años volvernos a ver, ambos creíamos que ya nos habían matado y gracias a Dios, a pesar del tiempo allí estábamos recordando ese amor que un día nos unió…
Después nos sentamos y empezamos a hablar:
- Mire Juancho tengo que contarle algo
- Dígame que es lo que pasa
- Pues fíjese que como a mí me habían dicho que lo mataron, me acompañe con otro y tengo dos hijos más a parte del que vio que me llevo la masa, ese es su niño Juancho y se llama igual que usted…
Para ese momento pare el microbús y le di a tomar agua que era lo que llevaba, Juancho tranquilo mire que la vida a veces es difícil de entender, pero aun así es bella y que dicha poderla vivir.
La verdad yo también estaba con un gran nudo en la garganta y no sabía que decirle.
Ya un poco más calmado continuamos el viaje y él me termino de decir:
Pues después que le oí eso ella me decía
- Juancho mire yo me voy con usted, porque el amor de mi vida ha sido usted Juancho y yo lo amo y no sabe como he pasado tanto tiempo pensando en usted, Juancho perdóneme por lo que le he hecho y deje que me vaya con los niños y usted.
- Mire y los niños cuanto años tienen
- La niña tiene cuatro y el niño mas chiquito tiene dos.
- Y el papá de los niños la trata bien a usted y al niño (refiriéndose a su hijo)
- Si fíjese que él es buena gente, a Juancito lo quiere como si fuera de él y el niño le dice papito, como los otros dos de él.
Cuando conto eso, el que estaba con los ojos rojos era yo, porque me ponía a imaginar la situación y era algo increíble, mas aun sabiendo que a pesar del tiempo el amor permanecía en ellos…
El siguió con la historia:
- Mire y usted lo quiere
- Si pero yo lo quiero más a usted Juancho
- Pues mire yo también quiero decirle que como no supe nada de usted, también me acompañe con una compa, con la que luchamos juntos en el monte…
El niño lo vi y está bien bonito y usted también tiene ya su vida hecha por este lugar, tiene alguien que la quiere, los niños que se ven felices y bien criados, tiene su pupuseria que veo gracias a Dios le va bien…

Así que yo lo que quería era verla, darme cuenta que no la habían matado y eso es un gran consuelo y alegría para mí…

Primera mente Dios el niño saldrá adelante y cuando usted crea que el niño puede entender lo que paso conmigo, por favor se lo cuenta y si el quiere conocer a su padre yo estaré allá en el pueblo, esperando ese día…

Lloramos juntos porque negarlo y después los dos estuvimos un buen rato en silencio, sin decirnos ni una palabra, tomados de las manos, solo escuchando unos perros ladrar y un par de grillos cantar…
Ya casi llegando a Chalatenango me termino de contar que él no tenía a nadie, que le dijo eso para que ella no se sintiera mal…
Como iba a ser él para llevársela al pueblo si prácticamente no tenía nada, acababan de salir del monte y como iba hacer con ella y los tres niños, además algo que si me dijo al final fue:
Nos despedimos y ambos quedamos con la alegría de habernos visto, aunque nadie lo sepa, aunque ahora no hay guerrilla, entre ella y yo siempre habrá un amor guerrillero que llevaremos por siempre…

He querido escribir esta historia de amor de alguien que probablemente nunca jamás lo volveré a ver, pero que me dejo esta linda historia de amor, de sacrificio, de entrega.

Nunca me imagine que con un ray, iba a tener esta gran historia de amor…

Para todos aquellos que ignoramos eventos difíciles de muerte, dolor y llanto que se dieron en los tiempos de guerra, les escribo esta historia.
Pero a la vez llena de un gran amor profundo por la patria, amor por un país en paz, amor por un pueblo, amor por una muchacha bonita…
Amor guerrillero…

Gracias Juancho, donde quieras que te encuentres, Gracias…
Héctor Antonio Valle Escobar